18 de julio de 2020
Hoy salí de casa a dar una vuelta por los alrededores. Al pasar por una finca vecina, me ladra un perro. Llevo un palo que es un bastón. Lo miro, en silencio. Pero no contento con ladrarme sale de su perímetro y viene tras de mi, aunque ya no ladra. Me inquieta su presencia, se acerca cada vez mas, le hablo con monosílabos, sin mostrarme amigable. El perro parece no escucharme y se acerca cada vez más. Sigo caminando. Desde un caserío de mas arriba sale otro perro, y se acerca a mi con la misma determinación que el primero, ahora son dos y están muy cerca, el corazón empieza latirme con mas fuerza, imagino tener que luchar con ambos, y los demás que seguramente se les unirían, pienso que son seres irracionales que actúan bajo extrañas emociones.
Con los dos animales a menos de un metro de distancia conservo la calma, quizá mi bastón no sea lo suficientemente fuerte y se rompa, quedando a merced de mis piernas, que si bien son ágiles no lo son tanto como los cánidos.
Para mi sorpresa los dos animales se acercan a pocos centímetros y simplemente me huelen, tranquilos, para luego continuar su periplo como perros de la montaña.
He intercalado algunas palabras con ellos y ahora estoy mucho mas tranquilo, aunque mi adrenalina sigue cumpliendo su función biológica de huir o luchar. Solo quiero sostener esta energía.
¿Qué habrá en el estereograma?